Fue una hermosa experiencia pues para la gran mayoría de los presentes era la primera vez que participaban de algo como eso. Se notaba la emoción tanto en el Padre como en los feligreses. Todos vivimos cada instante de la Ceremonia como si fuera la primera vez y nos maravillamos con el misterio del amor que Dios nos tiene y que nos transmite a través de sus sacerdotes.
El Padre Raúl se veía inmensamente feliz, por fin había
llegado el momento tan esperado, por primera vez podría ser instrumento de Dios como sacerdote, ideal que se propuso al ingresar al seminario. Su primera homilía emociono a todos y ni que decir al
momento de consagrar el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor y repartirlo al
pueblo.
Agradecemos a Dios por esta oportunidad y por bendecirnos
con un nuevo Sacerdote. Pedimos que lo ilumine siempre y que lo ayude a
realizar santamente todo el trabajo que tiene por delante para su Reino.
Rodolfo A. Sanchez K.
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